¿En qué creemos?

EMANUEL: DIOS CON NOSOTROS

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los

profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por

quien asimismo hizo el universo.” (Hebreos 1: 1-2).

El Dios invisible prometió darse a conocer y lo cumple mediante el cuerpo que Él emplea para la

realización de su obra.

CREEMOS QUE JESÚS ES EL ÚNICO Y SABIO DIOS

Entonces Tomás respondió y le dijo: ‘¡Señor mío, y Dios mío!” (Juan 20:28).

“De quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las

cosas, bendito por los siglos. Amén.” (Romanos 9:5).

“Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es

verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.”

(1ª Juan 5:20).

CREEMOS QUE JESUCRISTO ES EL VERDADERO DIOS Y EL PERFECTO HOMBRE

“Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es

verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.”

(1ª Juan 5:20).

…y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre.” (Juan 5.27).

“El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.” (1 Co.

15:47).

El solo Dios verdadero, Jehová del Antiguo Testamento, tomó sobre si la forma de un hombre, y como el

Hijo del Hombre, nació de la virgen María. Como dice Pablo: “E indiscutiblemente, grande es el misterio

de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a

los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria.” (1ª Timoteo 3.16).

“Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus

pecados…” (2ª Corintios 5:19).

CREEMOS QUE EN ÉL (JESÚS) HABITA CORPORALMENTE TODA LA PLENITUD DE LA DEIDAD

“Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”. (Colosenses 2:9).

“Por cuanto agradó al Padre que en Él habitase toda plenitud.” (Colosenses 1:19).

Por lo tanto, Jesús en su humanidad era hombre; y en su Espíritu era y es Dios. Su carne era el Cordero o

sacrificio de Dios. Él es el único mediador entre Dios y el hombre.

“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.” (1ª Timoteo

2:5).

Jesús por parte de su Padre es divino, por parte de su madre era humano; por eso fue conocido como el

Hijo de Dios y también como el Hijo del Hombre, o el Dios manifestado en carne.

“Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido

sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas”. Pero luego que todas las

cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a El todas las cosas,

para que Dios sea todo en todos.” (1ª Corintios 15:27-28).

“Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el

Todopoderoso.” (Apocalipsis 1:8).

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y llamará su nombre

Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.” (Isaias 9:6).

La profecía de Isaías se cumplió cuando se le puso nombre al Hijo de Dios.

“Y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto

aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una

virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emmanuel, que traducido es: Dios con

nosotros.” (Mt. 1.21-23).

“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que

podamos ser salvos.” (Hechos 4:12).

ARREPENTIMIENTO Y CONVERSIÓN

La remisión y el perdón de los pecados son obtenidos por un genuino arrepentimiento y conversión,

confesando y dejando el pecado.

Dios ofrece la redención y restauración a todos los que confiesan y abandonan sus pecados, buscando su

misericordia y perdón a través de Jesucristo. (Hechos 3:19-21; 10:34-35; Romanos 3:24; 10:9-10)

Somos justificados por la fe en el Señor Jesucristo (Romanos 5:1). Juan el Bautista predicó

arrepentimiento, Jesús lo proclamó y los apóstoles lo enfatizaron tanto a judíos como gentiles, (Hechos

2.38; 11:18; 17:30).

La palabra “arrepentimiento” es derivada de varias palabras griegas, que traducidas literalmente

significan cambiar de ideas y propósitos. Es un cambio de corazón, un cambio de mente, un cambio de

vida, una transformación.

El Señor Jesús dijo:

“Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.” (Lucas 13:3).

“Y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones,

comenzando desde Jerusalén.” (Lucas 24:47).

BAUTISMO EN AGUA

El modo bíblico del bautismo es por inmersión, y sólo es para aquellos que se han arrepentido,

habiéndose apartado del pecado y del amor al mundo. Debe ser administrado por un ministro del

evangelio propiamente autorizado, en obediencia a la Palabra de Dios y en el nombre del Señor Jesús de

acuerdo con el libro de los Hechos de los Apóstoles en 2:38; 8:16; 10:48; 19:5. Así, obedeciendo y

cumpliendo con el mandamiento de Jesucristo en Mateo 28:19.

EL BAUTISMO DEL ESPÍRITU SANTO

Juan el Bautista dijo:

“…Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.” (Mateo 3:11).

Jesús dijo:

“…mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.” (Hechos 1: 5).

Lucas dice:

“Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les

daba que hablasen.” (Hechos 2:4).

La expresión “don del Espíritu Santo” se refiere a que la promesa es una dádiva o un regalo. El término

“bautizados con el Espíritu Santo”, se refiere a la experiencia recibida por los apóstoles en el aposento

alto y por todos los creyentes en todos los tiempos y lugares. La expresión “lleno del Santo Espíritu”, se

refiere al reabastecimiento constante de la unción, lo que implica un caminar diario bajo la influencia del

Espíritu Santo. Todos estos términos se encuentran en el Nuevo Testamento.

Es bíblico que todo aquél que ha recibido el bautismo del Espíritu Santo, haya tenido la evidencia de

hablar en otras lenguas.

El hablar en otras lenguas como aparece en Hch. 2.4; 10.46; 19.6, es la evidencia de haber recibido el

bautismo del Espíritu Santo. El don de lenguas como se explica en 1 Co. 12-14, es el mismo Espíritu,

operando con diferente uso y propósito.

El Señor por medio del profeta Joel dijo:

“Y derramaré de mi Espíritu sobre toda carne.” (Joel 2:28).

Y Pedro en su explicación el día de Pentecostés de ésta fenomenal experiencia dijo:

“Habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, él (Jesús) ha enviado esto que vosotros veis

y oís.” (Hechos 2:33).

“Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para

cuantos el Señor nuestro Dios llamare.” (Hechos 2:39).